La justa entonación
El sistema de afinación natural,
apto para el siglo XXI
José García Illa

La práctica de la justa entonación / "Entonación expresiva", ¿afinación correcta?

"Entonación expresiva", ¿afinación correcta?

Durante el siglo XX se ha desarrollado una tendencia, en ciertas escuelas instrumentales, y particularmente entre los instrumentistas de cuerda frotada, a una resurrección de ciertas características del antiguo sistema pitagórico, por lo demás extinto hacía siglos, en forma de lo que se ha venido a llamar "entonación expresiva".

Esta tendencia consistiría en poner en práctica hábitos entonativos contrarios a los que hemos obtenido como resultado natural para la justa entonación, es decir, en realizar sensibles ascendentes altas y descendentes bajas, más próximas incluso a la nota de resolución que las temperadas; semitonos cromáticos grandes y diatónicos pequeños, y terceras mayores grandes (y por tanto, terceras menores pequeñas), más exageradas que las temperadas.

Es necesario destacar que esta tendencia se enmarca en una época de predominio absoluto del sistema temperado y de preponderancia de uso del vibrato omnipresente, y por tanto, de una pérdida de sensibilidad hacia los intervalos naturales. Además, se ha desarrollado pensando sobre todo para texturas de predominio de la melodía y para interpretaciones solísticas.

Desarrollada inicialmente en el ámbito instrumental, la "entonación expresiva" ha calado también en el ámbito vocal. Incluso puede leerse en un determinado tratado reciente de dirección coral que la "entonación natural" consiste en la realización de semitonos cromáticos grandes y semitonos diatónicos pequeños. Ya hemos visto que la tradición en la histórica de la música desde el Renacimiento indica justo lo contrario.

Precisamente, uno de los problemas prácticos de la justa entonación en la actualidad es que algunas de las recomendaciones para implementarla, necesarias para conseguir la justeza de los acordes e intervalos armónicos, van en contra de los mencionados preceptos, ampliamente divulgados por la enseñanza de la música durante el siglo XX. Como afirma Alexander Blachly, director de Pomerium Musices, a partir de su propia observación a partir de la dirección de conjuntos vocales durante decenios es que la justa entonación produce el resultado más satisfactorio en cuanto a afinación, y lo produce de manera más consistente que el sistema de "mayores terceras grandes y notas sensibles altas", sistema en el cual la mayor parte de los cantores han sido educados. Según este eminente director, la justa entonación requiere, como la mayoría de los cantantes se quejarán cuando se les advierta por primera vez, lo exactamente opuesto a aquello que se les ha enseñado y han practicado durante años.

El también director y musicólogo Alejandro Planchart se muestra de acuerdo en esta cuestión, constatando como experiencia frustrante que cada nuevo cantor en el grupo perturbará la afinación durante un tiempo, y que cada año se debe partir, en este aspecto, casi desde cero.

Debemos recordar, no obstante, que la generalización de esta visión entonativa puramente horizontal, contraria a la justa entonación y que desatiende la armonía, es muy reciente en la historia de la música. En la segunda mitad del siglo XIX, el físico y especialista en acústica musical —entre otras muchas especialidades— Hermann von Helmholtz, afirmaba que, aunque la mayoría de los músicos de su época, acostumbrados a las terceras mayores temperadas, las preferían a la tercera mayor pura cuando se trata sólo de melodía, sin embargo los intérpretes de primera fila usaban los intervalos justos, incluso en la melodía; para la armonía, afirma que sin ninguna duda todo el mundo elegía la tercera mayor pura. Incluso describe una ocasión en que Joseph Joachim, el más famoso violinista del siglo XIX, requerido para que ejecutase una escala diatónica en su presencia, la ejecutó siguiendo los intervalos de Zarlino.

Como nos recuerda Ross A. Duffin, la "entonación expresiva", que puede ser válida para la interpretación de pasajes exclusivamente melódicos, arruina la armonía. Esto puede comprenderse fácilmente si recordamos que sus recomendaciones son contrarias a los resultados que hemos obtenido en la sección de Teoría como necesarias para la realización de intervalos y acordes puros y que repito una vez más: terceras mayores más pequeñas que las temperadas, terceras menores más grandes, sensibles bajas, semitonos cromáticos pequeños y semitonos diatónicos grandes.

Hemos de tener en cuenta que el sistema pitagórico fue desarrollado en el contexto de la música puramente monódica, y que la teoría basada en dicho sistema funcionó bastante bien para el canto gregoriano. Pero, a medida que se desarrolló la polifonía, y particularmente con la aceptación de las terceras como consonancias, la afinación pitagórica quedó definitivamente en desuso, y fue sustituida por la justa entonación, con las terceras en su cociente justo, y por las diversas variantes del temperamento mesotónico u otros temperamentos, que o bien respetaban las terceras justas o bien buscaban un compromiso entre la justeza de los diversos intervalos; más tarde, y como fórmula de compromiso, se impuso el sistema de temperamento igual.

Conscientes del problema, algunos intérpretes y escuelas han optado por una visión ecléctica, que propondría la "entonación expresiva" en los pasajes predominantemente melódicos, y la justa entonación, o más propiamente los intervalos verticales justos, en las texturas predominantemente armónicas o de acordes. Sin embargo, este acercamiento presenta también problemas.

Por una parte, podemos afirmar que, excepto en la más pura monodia, poco frecuente en la música culta occidental de los últimos siglos, y prescindiendo de las "notas extrañas a los acordes" o "a la armonía" (notas de paso, retardos, etc.) una nota siempre forma parte de un acorde, incluso en las texturas altamente polifónicas o de melodía acompañada. Excepto en casos rarísimos y marginales a nuestra cultura musical, no existe de forma separada tal cosa como "contextos o pasajes melódicos" donde podamos o debamos aplicar el sistema pitagórico o "entonación expresiva", y "contextos o pasajes de acordes" donde podamos o debamos usar la justa entonación; melodía y armonía forman siempre un todo inseparable, y no pueden ser tratadas entonativamente de manera independiente.

Pero, además, la dualidad de entre tendencias horizontales (o melódicas) y verticales (o armónicas) presenta contradicciones. Un ejemplo típico del conflicto entre ambos factores lo observamos cuando la nota sensible forma parte del acorde de dominante: para formar una tercera mayor justa con la nota fundamental del acorde, la sensible debería bajarse respecto a su afinación temperada, pero la tendencia de atracción hacia la tónica haría que se entonase más aguda.

Respecto a esta disyuntiva entre sensibles altas o bajas, parece que predomina el consenso entre los directores y los grupos corales que tienden hacia el modelo de acordes e intervalos puros; la práctica totalidad de los especialistas que me han comunicado sus opiniones se inclinan hacia la preferencia por el sentido vertical de la afinación también en el acorde de dominante; prescindiendo de consideraciones melódicas horizontales, se da prioridad a la afinación vertical pura de los acordes, incluido el acorde de dominante, con la sensible a una tercera mayor justa de la fundamental, y por tanto más baja que la temperada o la pitagórica, compensando dicha realización baja al resolver sobre la tónica mediante un semitono diatónico mayor que el temperado para ascender correctamente a la nota de resolución.

Por todo lo dicho, la llamada "entonación expresiva" podría ser adecuada para una interpretación puramente solística con acompañamiento instrumental temperado, o para una composición o estilo musical puramente monódico en que la armonía se encuentre completamente ausente o sea totalmente secundaria, pero no puede ser en absoluto un modelo de la afinación coral a cappella.

Este tema es expuesto con más detalle en mi obra La justa entonación: teoría y práctica, actualmente en preparación.

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(Ver La justa entonación. Presentación)

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